Con su puta sonrisa de canción, con la sensación de que en una foto me sonríe a mí, con la ilusión de que esté mirando fijamente una foto mía y sonriendo como tonto, y con el conocimiento de que tenemos demasiada deuda de besos, llego a la conclusión de que, como Extremoduro, me pierdo si me deja, pero me encuentro si me roza.
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